Cuando somos niños nos imaginamos
un mundo y una vida totalmente diferente a lo que realmente vivimos. ¿Quién es
que elige lo que nos toca vivir? ¿Nosotros o Dios? Aun sigo sin tener la
respuesta, pues mucho dicen que nosotros somos los arquitectos de nuestros
destino, ¿que tan cierto es esto? Cuando se supone que uno hizo exactamente lo
que tenía que hacer para hoy en día tener exactamente lo que uno quería tener,
pero que no lo tiene, entonces ahí es donde uno dice: “Dios sabe porque hace
las cosas y como las hace”.
Mientras espero a que Dios me
diga que paso dar porque entiendo que ya hice lo que me tocaba a mi hacer, pero
resulta que aun no tengo lo que pensé tener a esta edad, o bueno por lo menos
no todo lo que soñé tener a mis 25.
25? Wao, estoy algo vieja ya,
aunque la verdad es que me siento como si tuviera 20, lo único que con más
experiencias vividas y más golpes que la vida o el camino de vida que me ha
tocado recorrer tiene.
Termine el colegio, termine una
carrera universitaria, tuve un trabajo en una empresa reconocida que quizás todo
aquel que lo veía desde fuera pensaba: “Wao muchacha pero que buen trabajo
tienes” si, buen trabajo que apenas me alcanzaba para pagar renta, y comer quizás
dos veces al día, entonces me pregunto: ¿de que valió tanta lucha? ¿De que valió
el matarme en una universidad para tener un trabajo donde los mejores sueldos
se lo llevan los que entran bien enganchados, o los mismos familiares de los dueños?
Pero para no estresarlos hablando
del trabajo, vamos a la vida personal, o sea de verdad?, y aunque parezca extraño
yo siento que se me está yendo la guagua, es en serio, a esta edad ya yo quería
estar casada y si pretendo tener tres hijos (mínimo tengo que tener 3 trabajos)
ya se me está haciendo tarde y no hay ni señas del primero.
Muchas veces nos imaginamos una
vida tan distinta a lo que realmente nos ha tocado vivir, pero algo si tengo
claro y es que a Dios y a la vida le doy las gracias por cada paso, por cada
tropiezo, por cada estrellón, por cada
metida de pata, por las veces que me enamore, por las veces que me rompieron el
corazón, por cada una de las lagrimas que he derramado le doy gracias a Dios y
a la vida porque de esas lagrimas y de esos tropezones y hasta estrellones
APRENDI, si aprendí a ser más fuerte, aprendí a madurar, aprendí a saber lo que
quiero y lo que no, aprendí a ser YO sin importarme un pepino lo que el otro
piense porque a mí NADIE me MANTIENE, aprendí a que todo en la vida pasa por
una razón aunque sea para dejarme la marca del estrellón que me di, pero de
todo lo que he vivido NUNCA pero NUNCA me voy a arrepentir porque sé que si
miro a mi lado hay personas que la han pasado muchísimo peor.
Lo bueno de todo esto es que confió
en Dios, confió en MI y confió en que el bendito camino que me ha tocado
recorrer se arregle…. Bájale algo papa Dios porque no fue así que hablamos.